miércoles, 2 de enero de 2008

Artículo Diario de Loncoche.

Este artículo apareció en un diario de la cuidad de Loncoche y quisiera compartirlo con ustedes, fue escrito por Don Ernesto Pincheira A.
"En el mundo de hoy parece que no queda nada por explicar, simplemente se prende un aparato y aparece ante nosotros, lo bueno, lo necesario, lo deseable, lo increíble y todas las demás cosas. Pareciera que ya no necesitamos de las palabras, de las horas de compañía de quienes queremos y de los conocimientos de los que hemos decidido admirar. Sin embargo, amigo Carlos Ochoa, te extraño, te recuerdo y te invoco para que me des un poco de esa libertad que salía de ti como un chorro de vida. Y debo decirte que no soy el único, pues son muchos los que lamentan no tenerte al alcance de la mano, tan sólo para decirte alguna palabra tan simple y profunda como te extraño.
Seguramente estás mejor de lo que nosotros imaginamos y los dioses ya deben haberte dado la misión de recoger los vestigios de un paraíso en eterna construcción, igual como las obras que dejaste en vida y que nadie ha sido capaz de abarcar como tu lo hacías.
Esas manos tuyas eran magnifícas cuando tomaban y desempolvaban los adminículos milenarios que la tierra de Loncoche ocultó durante tanto tiempo, esperando tu llegada. Esos ojos tuyos revelaban secretos que la historia jamás podrá contar, pues sólo a ti te fue dada la magnifica posibilidad de conocer el esqueleto verdadero de este territorio grandioso que se alza mudo frente a los ojos ciegos de quienes lo habitan.
Un día te vi aparecer sonriente y pulcro, siempre accesible y dispuesto a entregar esos conocimientos que otros se niegan a entregar........o fui yo el que un día apareció para pedirte un favor del cual ya no me recuerdo, porque antes que nada, tú pusiste una suave música en una vitrola añeja y descolorida, me ofreciste agua dulce en una vasija de greda antigua y salada y te diste a la tarea de contarme historias mudas y tiesas detrás de fotos que alguien te entregó......O fuiste tú el que se entregó a esos vestigios que buscaban con desesperación un testigo, un intérprete, un testigo que les devolviera la vida.
Y quien nos devolverá tu vida, que nos reintegrará tu sonrisa y esas manos que todo lo abarcaban, esos ojos que todo lo entendían y esa voz tuya que ahora es la voz de los habitantes antiguos que habitaron este valle, antes que la modernidad y la estupidez del hombre arrasaran con todo, excepto con tu recuerdo que crece en la memoria y el corazón de un pueblo que no se sabe explicar a si mismo.

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